UNA REUNION DE AMIGOS

SOMOS UN GRUPO DE AMIGOS Y CONOCIDOS QUE COMPARTIMOS UNA ILUSION EN COMUN, "ANSIAS DE SABER".



NOS REUNIMOS UNA VEZ AL MES EN UNA CENA COLOQUIO DONDE LOS DISTINTOS CONFERENCIANTES

NOS HACEN DISFRUTAR JUNTO A SUS CONOCIMIENTOS. ES EN ESTOS PEQUEÑOS RECINTOS DE CULTURA

DONDE EXISTE UN PUNTO DE CONEXION
ENTRE LA UNIVERSIDAD Y LA SOCIEDAD DE SALAMANCA.

ESPERAMOS QUE ESTA LECTURA COMPARTIDA TE HAGA "REFLEXIONAR Y PENSAR"








LOS LÍMITES DE LA CORDURA




"tendemos a considerar mentalmente sanos, a quienes identifican en la realidad más o menos las mismas cosas o procesos que nosotros mismos"


Vicente Molina.
Médico Psiquiatra.
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Don Vicente Molina es psiquiatra en el Hospital Universitario de Salamanca y profesor de Neuropsiquiatría del Departamento de Medicina de la Universidad de Salamanca.
Es autor de más de 50 publicaciones internacionales, así como investigador principal de numerosos proyectos de investigación sobre esquizofrenia y trastorno obsesivo.

En su último libro "Las puertas abiertas de la cordura", a cuya presentación algunos de nosotros asistimos, pudimos extraer algunas ideas sobre la enfermedad mental, fuente universal de intenso sufrimiento y desadaptación, y que sigue siendo mal comprendida, y su concepto cambia en diferentes épocas y entornos. Por lo que sabemos,este tipo de enfermedad se relaciona con el desequilibrio de la interacción entre genes, cerebro y medio y, por tanto, ofrece una excelente oportunidad para comprender la función mental humana. En esta obra se propone que esa patología se sitúa en continuidad con la llamada normalidad. Así, la creencia normal se continúa imperceptiblemente en el fanatismo, que a su vez contiene muchos elementos propios del delirio. Los factores de riesgo biológico -incluidos los genéticos – y ambientales asociados a la enfermedad mental están presentes en una gran parte de la población general. A partir de estas ideas,el autor reflexiona sobre los muy permeables límites entre salud y enfermedad mental, con la intención de contribuir a una mejor comprensión de este fenómeno. El sufrimiento ocasionado por fenómenos no patológicos en sí, como el fanatismo o la maldad irracional, es superior al ocasionado por la propia enfermedad mental. La comprensión de esos fenómenos, más o menos desviados a la luz de su continuidad con la patología, podría ayudar a disminuir el daño que originan.

Introducimos en este punto, unas líneas escritas por el propio conferenciante, incorporando unas pinceladas sobre el tema tratado durante el coloquio.

La enfermedad mental es un problema que supera ampliamente las fronteras de la Medicina, pues tiene claras implicaciones en los terrenos social, legal y ético, así como para el conocimiento de las funciones cognitivas y cerebrales superiores.

Los seres humanos poseemos un funcionamiento mental es esencialmente simbólico, a través del que conocemos el mundo y atribuimos relevancia a sus infinitos aspectos. El proceso de simbolización muestra una amplia variación interindividual en la fidelidad a la realidad objetiva de los productos mentales en relación a factores biológicos y culturales. Las desviaciones extremas de esta facultad simbólica tienen que ver con la patología mental más grave, pero otras desviaciones menos obvias pueden estar en la raíz de creencias extremas cuya capacidad para causar sufrimiento es mayor que la de los trastornos mentales.

Aun con su enorme gran importancia, tras siglos de investigación y a pese a la disponibilidad reciente de poderosos medios para dilucidar cuáles son las causas de la patología mental, los resultados de esa investigación no son alentadores. De hecho, hoy seguimos diagnosticando las distintas enfermedades mentales en función única de agrupaciones de síntomas, pues no hemos podido definir dato cerebral alguno que nos ayude en el diagnóstico o el pronóstico de los pacientes.

La idea principal de este libro es tal ausencia de datos fiables no se debe tanto al desconocimiento factores que se descubrirán en el futuro, sino al concepto categorial que manejamos para definir las enfermedades mentales. En otras palabras, si consideramos a la patología mental como una situación cualitativamente distinta a la salud, implícitamente asumimos la presencia de factores patógenos ausentes de la normalidad. Sin embargo, esto no es lo que se desprende de los muchos resultados existentes. Más que la presencia de diferencias cualitativas entre salud y enfermedad, lo que aparece, tanto desde el punto de vista fenomenológico como del genético o cerebral, es una continuidad evidente en los síntomas y factores contribuyentes a la patología con los de la experiencia normal. Así, hoy conocemos muchos factores genéticos que contribuyen a aumentar el riesgo de que sus poseedores presenten problemas mentales de diferentes tipos, pero esos factores están igualmente presentes en gran parte de la población general. Es posible que estos factores hayan representado una ventaja para sus poseedores en otros entornos previos, pero que el acelerado cambio cultural de los últimos milenios los haya transformado en factores de riesgo

La importancia práctica y epistemológica de comprender mejor esta continuidad queda bien ilustrada por la continuidad existente tanto entre fanatismo y delirio, como entre fanatismo y la necesaria actividad creencial. El conocer mejor los factores contribuyentes a esa continuidad puede también ayudar a disminuir el sufrimiento causado por las creencias extremas. Igualmente es de gran importancia práctica el conocer los principales factores ambientales que pueden, en el contexto de la variación genética inherente a los individuos humanos, aumentar el riesgo de distintos problemas mentales. Vamos conociendo por ejemplo diferentes factores, biológicos o no, presentes en el entorno que aumentan el riesgo de trastornos mentales tan graves como la esquizofrenia. La mejor comprensión de este tipo de interacciones puede ayudar a disminuir la incidencia de este problema y otros similares, e incluso quizá a paliar los problemas causados por actitudes creenciales extremas.

Por otro lado, la continuidad entre salud y patología mental no implica en modo alguno negar la existencia de ésta. Son muchas las situaciones en la ciencia y en particular en la Medicina con una continuidad similar, que no obsta para que las situaciones extremas deban considerarse como patológicas y recibir tratamiento. Esto a su vez se relaciona con otra importante consideración sobre el concepto categórico de patología mental.

En las últimas décadas se asiste a una ampliación de la atribución de lo patológico a múltiples variantes del afecto y la conducta, de modo que se desplaza el foco causal del individuo a una supuesta enfermedad que éste sufre. Si bien es cierto que en no pocas ocasiones esto es cierto, también lo es que se asiste a una “medicalización” excesiva de las variaciones normales de la conducta y el afecto. La responsabilidad del sujeto y su potencial para el crecimiento queda menoscabada por esa medicalización.

En relación a esto, la última parte del libro trata sobre el problema del mal irracional, entendido como conducta reiterada no útil al que lo comete o descontrol de impulsos en personas que comprenden sus consecuencias. Si bien es cierto que determinadas variantes genéticas y cerebrales aumentan el riesgo de este tipo de conductas en sus poseedores, no lo es menos que esas variaciones están presentes en gran parte de la población que no las adopta. Asimismo, determinadas circunstancias, repetidas en la historia pasada y presente, determinan por sí mismas que una parte importante de la población muestre tales reiteradas conductas. Al igual que en el caso de la patología mental per se, el estudio de tales interacciones entre factores individuales y socio-culturales puede mejorar la posibilidad de atenuar los efectos de esa fuente de sufrimiento.